Dominando las Emociones

Como ciudad sin muralla y expuesta al peligro, así es quien no sabe dominar sus emociones (Proverbios 25:28)

Las personas que me conocen de cerca saben que algo que me caracteriza es no ser emocional. Cuando fui consciente del daño que provoca ser guiado por las emociones, empecé a orar a Dios para que no me dejara ser dominada por ellas. Las emociones casi siempre (por no decir siempre) van en contra de la voluntad de Dios para nuestra vida. 

Te voy a poner un ejemplo sencillo: ¿Te imaginas que Abraham se hubiera apegado emocionalmente a su hijo y decidiera no sacrificarlo como Dios se lo pidió? Mmm quizás hoy no sería conocido universalmente como el Padre de la Fe. 

Las emociones son cosas de la carne, pero no estamos llamados a ser guiados por la carne sino por el Espíritu Santo que vive en nosotros. Ojo, no estoy diciendo que ser seres emocionales sea malo, lo malo es dejarse dominar por las emociones. 

Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida (Proverbios 4:23 NTV)

En proverbios 4:23 Dios nos manda a guardar nuestro corazón. Y no se refiere a que te saques el corazón y lo entres en una caja fuerte, sino a que lo protejas y no dejes que entren en el emociones que podrían dañarlo. ¿Cuáles son esas emociones dañinas? : El enojo, el orgullo, la envidia, el miedo, la cobardía, la pereza, la arrogancia, la tristeza, el resentimiento, la inseguridad, etc. 

Si permites que una de esas cosas entre en tu corazón, le abres una puerta al enemigo para que entre en el y haga lo único que sabe hacer, destruir.

Cuidar nuestro corazón es trabajo de nosotros y de nadie más. Por ejemplo: Cuando una persona te ofende, esa persona está lanzando la ofensa en tu contra pero de ti depende si perdonas al instante o dejas que esa ofensa entre en tu corazón para convertirse en enojo y resentimiento. 

Lo de perdonar al instante es algo que he venido practicando desde hace unos meses y gracias a Dios me ha ayudado muchísimo. Hay actitudes de personas que de alguna u otra forma me duelen, sobre todo cuando provienen de mis hermanos en Cristo, los más cercanos, pero no dejo que nada de eso entre en mi corazón. Por qué al fin y al cabo esa ofensa viene para mi, pero ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi. (Gálatas 2:20). 

Cuando aprendes que no se trata de ti, sino de Dios, no le das importancia a las acciones de los demás y las emociones no te dominarán, sino que estarás enfocado en agradar al único que debes agradar y en dejarte guiar por El.

¿Cuántas veces le has fallado a Dios por dejarte guiar por tus emociones? ¿Cuántas veces has perdido amistades por no saber dominarlas?  Querido amigo, te invito a sentar al Espíritu Santo en el asiento del conductor de tu vida, y asegurar las emociones en el asiento trasero, para que sea el Espíritu quien te dirija en todo momento.

Si te gustó este escrito déjame en los comentarios lo que aprendiste y qué podrías aplicar a tu vida.

Dios te bendiga, Paz!